Por Marcelo Cafferata
El escenario elegido es la isla sueca de Fårö, donde el espíritu de Bergman sigue sobrevolando cada rincón y con este sólo punto de partida, cualquier cinéfilo sentirá que tiene ganas de acompañar a esta pareja que guionistas que llega a este entorno mágico en busca de inspiración y de encontrar un espacio para dar impulso a sus proyectos.
Quizás el artificio de cine dentro del cine y una historia dentro de otra historia (a partir de un cierto momento comenzamos a ver en pantalla la historia que ellos mismos escriben) vuelva a dar impulso e interés a una historia que navega en la indecisión y con un ritmo que por intentar ser tranquilo y cadencioso, termina siendo desapasionado.
Sólo con la propuesta de esa geografía y el fantasma de todo el cine del maestro sueco a su favor, cualquier espectador que se zambulla en “BERGMAN’S ISLAND” seguramente busque una profundidad que en esta ocasión la historia de Hansen- Løve no logra y que no va más allá de su corrección estética y un juego de espejos sumamente liviano y pasajero.
En esta ocasión la directora de “El padre de mi hijos”, “El porvenir” o “Maya” no logra aprovechar el material que tenía entre sus manos y Berman sólo pasa a ser una excusa mínima, y las imágenes de la isla cobran un sentido de postal turística carente de efecto dramático. Los buenos trabajos de Tim Roth, Mia Wasikowska y Vicki Krieps (aunque a años luz de “El hilo fantasma”) logran, a su manera, mantener el interés.
LA ISLA DE BERGMAN
de Mia Hansen-Løve
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