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Por Rolando Gallego.

Ver una de Scorsese en pantalla grande es un acontecimiento, y más cuando vuelve a trabajar con un trío de actores históricos, que se relacionan en la pantalla para construir un relato épico sobre los vínculos y sus transformaciones a lo largo de cuatro décadas.

“The Irishman” de Martin Scorsese es el apasionante relato de la vida de tres personas, sus relaciones y el resquebrajamiento de los cimientos de sus ideales desde el momento en el que se comienzan a introducir intereses económicos, políticos y sociales, entre ellos.

En la relación entre Don Bufalino, el irlandés Frank Sheeran y Jimmy Hoffa, gran parte de la estructuración sindical americana se devela como un complejo entramado de corrupción, miserias y luchas personales.

“The Irishman” posee momentos gloriosos, definiciones que trascienden al género de mafia y una vuelta a tempos narrativos laxos que potencian ideas que se van acumulando en el relato.

Hay algunas cuestiones que tienen que ver con la manipulación digital de rostros y cuerpos que hace ruido por momentos, y que nos hace pensar acerca de la expansión de posibilidades técnica del soporte ahora ya en films que escapan al rótulo de ciencia ficción.

Un arranque potente, una construcción minuciosa de los personajes, y la degradación entre ellos de sus vínculos hacen de “The Irishman” una propuesta valiosa para repensar una sociedad que desde la corrupción se piensa libre y soberana.

POR QUÉ SÍ:

«Apasionante relato de la vida de tres personas, sus relaciones y el resquebrajamiento de los cimientos de sus ideales desde el momento en el que se comienzan a introducir intereses económicos, políticos y sociales, entre ellos»

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