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Por Marcelo Cafferata

Es difícil volver a hablar de un pasado oscuro que se comparte a lo largo y a lo ancho de Latinoamérica, de diferencias de clases, de las dictaduras que arrasaron ciudades enteras y teñir un relato de una cruda visión política, cuando está tan cercano el recuerdo de la excelente “Nuevo Orden” de Michel Franco.

Sin embargo, “LA LLORONA” del cineasta guatemalteco Jayro Bustamente, logra volver a combinar exitosamente todos estos elementos encontrando una vuelta de tuerca interesante y muy bien desarrollada: abrevar en el cine de terror.

Un general del ejército está siendo procesado, acusado de genocida y esto traerá diversas consecuencias para él y para su familia. Cuando este juicio se declare nulo, las manifestaciones y las protestas del pueblo amenazan, agraden y comienzan a violentarse agolpándose en la puerta de la casa.

Entre quienes prestan servicio en la mansión del general, aparece una nueva trabajadora, Alma (un inquietante trabajo de María Mercedes Coroy), que Bustamante aprovecha para trazar diversas similitudes con el cine de género. Alma es una presencia que desequilibra fuertemente el orden familiar: ella es una aparición fantasmagórica que ronda en diversos lugares de la casa repentinamente –con momentos donde parece una protagonista salida de una película de terror coreano- y una amenaza que viene desde lo exterior. Es, a la vez, quien despierta la sexualidad del general que la espía en el baño, donde Alma se convierte en una especie de ninfa/sirena que lo atrae fuertemente.

Poco a poco irá enredándose con cada uno de los integrantes de la casa (generando un vínculo muy particular con Sara, la nieta del general que representa el futuro y se encuentra en la búsqueda de su propia identidad) y será la conexión entre los fantasmas de un pasado que claman justicia y jugará como el principal detonante de la inevitable descomposición familiar.

Bustamente trabaja sobre estas diversas capas de una forma sumamente equilibrada, superponiéndolas sin generar excesos ni sobreabundancias, las enhebra lentamente, filtrando lo político y lo social en el clima de tensión y terror que sobrevuela todo el relato e, inclusive, maneja perfectamente espacios paralelos vinculados con el pasado y con la diversidad étnica, que los conecta a través del personaje de la mujer del general, un gran trabajo de Margarita Kenéfic.  

LA LLORONA” es otro gran ejemplo dentro del nuevo movimiento del cine latinoamericano donde Bustamante vuelve a presentar una historia que refleja cómo los hechos del pasado asoman al presente con su manto de negrura, exigiendo memoria y pidiendo justicia.

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