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Por Rolando Gallego

El realizador de Un buen dinosaurio, Peter Sohn, apela en esta nueva aventura animada a una entrañable historia de amor entre opuestos que logra sortear, de alguna manera, los obstáculos para estar juntos a la par de impulsar sus vidas hacia lugares diferentes a los que les había asignados.

En las primeras escenas de Elementos conoceremos a Ember, una niña llama, que vive junto a sus padres, inmigrantes en una tierra donde los diferentes elementos habitan, vendedores en una tienda familiar que tiene algunas cuestiones edilicias que la complican.

Ember sabe que sus padres esperan de ella determinadas cuestiones que no está dispuesta cumplir y en medio de ese proceso de crecimiento, empoderamiento y transformación, conoce a Wade, con quien tendrá un vínculo irrefrenable a pesar que son completamente opuestos, en todo sentido.

Y entre ese construir la historia de amor a lo yin y yan, el renegar del legado, el luchar para que el negocio familiar no desaparezca, mantener viva la llama de la historia, tener presente las raíces, los vínculos y el respeto por los mayores, Elemento, con buen tino, avanza con sus imágenes bellas y escenas graciosas para desarrollar una de las historias de Pixar más dulces que el estudio haya creado, ideal para ver en familia.

Elementos posee en Ember la cada vez más difícil tarea de presentar personajes femeninos fuertes, un recorrido en el que el estudio ha decidido emprender un diálogo con el cambio de paradigma, y con el que en la menospreciada Red y ahora aquí, encuentra grandes oportunidades de modificar largos años de narraciones heteropatriarcales.

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