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Por Marcelo Cafferata.

Arrancando la temporada 2020, en estas primeras semanas del año, aparecen dentro de la cartelera tres documentales argentinos que no solamente desde su temática plantean propuestas muy diferentes, sino que además construyen la mirada documental desde tres abordajes bien diferenciados.

4 LONKOS

de Sebastián Díaz

Diaz explora la vida de cuatro caciques (los 4 Lonkos del título -Juan Calfucurá, Mariano Rosas, Cipriano Catriel y Francisco Pincen-) que han tenido una relevancia histórica por su lucha contra el hombre blanco y su masacre contra los pueblos originarios.

Historiadores, escritores, académicos, antropólogos y prestigiosos estudiosos del tema, con más otros testimonios de los descendientes de estos caciques van reorganizando la otra mirada de la historia que plantea Díaz, en donde se intenta deconstruir la imagen gloriosa del Perito Francisco Moreno, quien para algunas páginas de los libros de historia fue un gran científico y naturalista de la iluminada generación del ´80, mientras que el revés de la trama muestra todos los excesos que se han cometido en nombre de la ciencia, profanando tumbas, coleccionando cráneos para finalmente exhibirlos junto con objetos indígenas en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata, del que fue fundador y director.

Perito Moreno, junto con Roca y Zeballos, tienen otra historia detrás de la propia historia, y en este sentido “4 Lonkos” compila entrevistas, lecturas de fragmentos de textos históricos y recurre también a la animación, para  tomar una voz presente y fuerte en esta reescritura de los acontecimientos.

En este caso apela –demasiado y sin poder desapegarse- a un registro sumamente didáctico, asistiendo a una clase magistral donde el espectador solamente toma los datos que se exponen pero sin demasiada participación en ese juego que debe proponer todo proyecto cinematográfico.

Con explicaciones y relatos de todos los conocedores del tema, reemplaza la dificultad que tuvo que atravesar ante la falta de acceso a material de archivo construyendo este alegato sobre la masacre de los pueblos originarios –mapuches, tehuelches y ranqueles- aunque lo hace con elementos que se suelen utilizarse más para un producto televisivo que para un documental pensado para la pantalla grande.

EL NAVEGANTE SOLITARIO

de Rodolfo Petriz

Contrariamente a la postura más didáctica de “4 Lonkos” en este caso Petriz utiliza el registro del documental para narrar una historia, una biografía, la de Vito Dumas y sus proezas que han sido reconocidas a nivel mundial en la historia del a navegación.

Esta narración se nutre de archivos, registros periodísticos, testimonios, documentos, bibliografía y fotos, entre tantos otros elementos, que Petriz ordena prolijamente para que en forma de cuento, vayamos conociendo la biografía de este personaje del que no se tiene demasiada información dentro de nuestra cultura popular.

Sus travesías realizadas entre 1931 y 1955 entre las que se incluyen la primera vuelta al mundo en la que ha incluso atravesado el Cabo de Hornos son el eje con el que Petriz no solamente quiere documentar un hecho histórico, sino que a través del relato, se permite contagiar la pasión con la que Dumas realizó esta épica y poder, al mismo tiempo, estructurar su trabajo de forma tal de mostrar tanto a quienes lo admiran, como quienes lo consideran una figura innombrable.

De esta forma “El navegante solitario” se construye desde su figura, pero no olvida ni el contexto político en el que se desarrolla la historia ni todas las aristas que despierta esta epopeya, echando mano a todos los elementos que le permite el formato, incluyendo dibujos y fragmentos ficcionales.

DIAS DE TEMPORADA

de Pablo Stigliani

Mucho más fresca, lejos de todo didactismo y como una hermosa invitación a la observación “Días de temporada” propone desde el registro documental, sin una narración formal, “invadir” las playas de Santa Teresita en pleno mes de enero y seguir las historias de algunos personajes que Stigliani ha seleccionado para construir su tercer largometraje que es, a su vez, su primer trabajo como documentalista (después de sus ficciones “Bolishopping” y “Mario on Tour”).

Tal como reza desde su afiche “trabajar mientras todos se divierten”, la cámara explora y se infiltra en las vidas de diferentes trabajadores que se transforman en los personajes típicos que pueblan cada una de las temporadas en las costas argentinas.

Así vemos quienes esperan que inicie la temporada para vender anteojos “importados” de reconocidas marcas,  el típico Spiderman que junto con otros personajes puebla el Trencito de la Alegría, los espectáculos que se ofrecen en la peatonal que los turistas podrán disfrutar “a la gorra”, un imitador de Sandro, los vendedores playeros –que pueden ofrecernos desde ropa y bijouterie, hasta churros y pochoclos- y los veraneantes que conforman la infaltable escenografía para que estas historias cobren sentido.

Con algunas reminiscencias a “Balnearios” de Mariano Llinás o a “Chapadmalal” de Alejandro Montiel, “Días de temporada” explora en cambio, el revés de la trama, observando no sólo a los protagonistas en acción sino incluso en su cotidiano, viéndolos dentro y fuera de su oficio, compartiendo algunos detalles de sus vidas, de sus aspiraciones, de sus propias historias.

Stigliani no recurre ni a entrevistas, ni a una voz en off que (nos) explique lo que está sucediendo, ni siquiera sabemos por qué ha elegido cada una de estas historias. Su idea es sencillamente abrirnos la ventana para poder inmiscuirnos en algunos momentos de sus días, esos días de temporada donde las sus vidas parecen modificarse por un corto tiempo.

Los protagonistas van desde un inmigrante africano que apenas pueda visitará a su hijo que reside en Buenos Aires, la vida del adolescente que se esconde bajo el disfraz de Spiderman, una transformista que invita a los que pasean por la peatonal a su espectáculo de café concert pasada la medianoche, hasta una pareja que comienza su labor justamente a medianoche para producir los churros que venderá durante el día.

Todos ellos son captados por la cámara de Stigliani con un registro naturalista, íntimo pero cuidadoso de no invadir y guardando distancia, reforzando una propuesta sencilla pero concreta, de cpaturar esos particulares momentos que no necesitan mayores explicaciones que la observación de estos “rituales” que despliegan en cada temporada para regresar luego a sus otras ocupaciones, cuando cada uno de los turistas que invadieron esas playas, vuelva a retomar su propia rutina, lejos del mar y las vacaciones.

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