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Por Marisa Cariolo.

La periodista y crítica de cine Marisa Cariolo (Cinergia, Its Spoiler Time, Perdidos en el tiempo) analiza la adaptación de Mujercitas que ha hecho Greta Gerwig, nominada a seis premios OSCARS de la Academia.

La adaptación de #Mujercitas de 2019 es un gran tester de mentalidad palermitana: preciosismo en la imagen, vacía de contenido, manipulando un material perfecto para hacerte creer que ahora si la obra de Louisa May Alcott es revolucionaria. Se tenía que decir y se dijo

Jo es uno de los personajes más libres e independientes de la literatura feminista. En esta versión la familia y amigos le tienen que AVISAR de quien está enamorada para que vaya a buscarlo. La rompieron tanto que ni tiene registro de su propia pulsión amorosa e intelectual.

La escena de Meg en el baile de sociedad está íntimamente ligada con la eterna batalla por pertenecer que ella mantiene. Su encuentro con Laurie funciona como la brújula moral del camino del que cree abrirse. En esta versión el conflicto no existe en esta escena

El señor Lawrence (abuelo de Laurie) es un hombre quebrado por la pérdida de sus afectos. Solitario, frío y retraído. Su arco narrativo es recobrar la capacidad de amar (gracias a Beth) esa evolución es borrada de la mirada de la versión del 2019.

El corte de pelo de Jo es tal vez uno de los pasajes más hermosos del libro: el último sacrificio de la hija más valiente de las March, la única vanidad de una joven torpe y noble. Se le dedica apenas un minuto y bastante torpemente.

«Hay una escena que parece un cuadro de Monet» Si, hay mucho preciosismo en el cine de Greta, pero también tanta vanidad que la hace creerse superior a la obra que adapta y se siente en muchos momentos de la película.

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