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Por Marcelo Cafferata.

Hay, dentro del cine nacional, un saludable movimiento tendiente a visibilizar una temática que había permanecido silenciada por mucho tiempo y que tanto desde el ámbito documental como de las películas de ficción, comenzó a abrirse a los espectadores de modo tal de ingresar al universo trans, dejando absolutamente de lado todos los prejuicios, preconceptos y los estereotipos.

Es así como en 2011 aparece “Mia” de Javier Van der Couter, hace pocos meses se estrenó el último film de Campusano “Bajo mi piel morena” o también fue el turno de la sorprendente “Marilyn” de Martín Rodríguez Redondo, todos ejemplos de abordaje de la temática trans desde sus historias de ficción con un fuerte anclaje en hechos reales.

Los testimonios más potentes aparecen también en las producciones documentales que mostraron al colectivo LGTBQ y su inclusión dentro de la enseñanza en “MOCHA, nuestra lucha – su vida- mi derecho” (Francisco Quiñones Casas- Rayan Hindi, 2018) donde se muestra la cotidianeidad de la primera escuela del mundo orientada a la inclusión de travestis y transexuales dentro de un Bachillerato Popular que funciona en el barrio de Chacarita, o con “Reina de Corazones” (Guillermo Bergandy, 2016) donde a través de sus manifestaciones artísticas, la Cooperativa Ar/Tv Trans logra sacar del mundo de la prostitución a las chicas que participan en ella.

Con un sesgo más intimista encontramos la deliciosa historia personal que vimos en “CANELA, sólo se vive dos veces” de Cecilia del Valle o los testimonios que aparecen en “El laberinto de las lunas” de Lucrecia Mastrángelo, sobre la maternidad con una mirada transgénero, trabajos que van abriendo nuevas ventanas de exploración con espacios de catarsis personal, de reflexión, de realidad y de este modo, zambullirnos en otras historias de vida tal como lo ha hecho la propia Carina Sama en su opera prima “Madam Baterflai” (2014) con un collage compuesto por cinco historias que hablan de la construcción de la identidad, del amor y fundamentalmente de la libertad.

Sama ahora vuelve sobre este mismo eje en este nuevo estreno en la plataforma www.cine.ar/play, “CON NOMBRE DE FLOR”, que nos trae la historia de Malva quien con 95 años, se convierte en un rara avis no solamente por su historia personal, su resistencia activa y su lucha por sostener su condición en momentos extremadamente complejos de la historia política de nuestro país, sino que también, con su edad, logra casi triplicar la esperanza promedio de vida trans.

Si la vemos, charlando frente a la cámara en el parque del hogar de ancianos de un pueblo de la provincia de Buenos Aires donde residía, jamás podríamos imaginar(nos) la historia que se esconde detrás de esa anciana que en la superficie parece un poco cascarrabias pero que se la adivina, a simple vista, con una historia interesante y con mucho mundo en sus espaldas.

Sama explora y llega a lo profundo, a desnudar a Malva y a que abra su alma, recorriendo su historia, con momentos de honesta intimidad en sus visitas a aquella casa de Villa Urquiza que todavía conservaba y a la que iba durante sus fines de semana. Allí recorrerán diferentes momentos que Malva lúcidamente reconstruye, explica, revive dentro de su multifacético cosmos dentro del mundo del espectáculo, como escritora o cuando haca alarde de sus dotes como vestuarista, dentro del auge de la revista porteña o del cabaret.

A tan sólo una semana de comenzar a filmar ese documental que Sama soñaba, Malva fallece y deja algunas horas de entrevistas donde, a pesar de la sensación de retrato incompleto que invade a la realizadora, poniendo manos a la obra logra recomponer toda su historia, desde algunos momentos en la infancia, pasando por el abandono de su Chile natal, el mundo del teatro, la cárcel y las detenciones por su propia condición, la violenta exclusión frente al intento de acceso al mundo de la educación y de la salud, las fiestas de los Carnavales hace más de sesenta años donde mostrarse de esa forma era verdaderamente transgresor –con abundante material fotográfico del carnaval del ’63-, sus amores vedados y fundamentalmente su militancia de vida.

Una historia que cuenta con el común denominador del sufrimiento por la invisibilidad y la criminalización a la que fueron y son sometidas las personas trans, el abuso de autoridad, la falta de amparo legal, un Estado represor y expulsivo y que además muestra cómo, a través del tiempo, tanto la lucha de Malva como de tantas otras mujeres ha permito comenzar a ganar derechos, ser respetadas y valoradas. Sama acompaña amorosamente el recorrido en este arco que se traza desde las primeras reuniones de la MUA (Maricas Unidas Argentinas) hasta los momentos más emblemáticos para los derechos del colectivo, como ha sido la sanción de la Ley del Matrimonio Igualitario.

“CON NOMBRE DE FLOR” se constituye, como los otros trabajos que fueron antes mencionados, en un documental necesario para poder seguir visibilizando estas historias y generar nuevos espacios. Quizás pueda marcarse que peca de utilizar en exceso el recurso de la voz en off -precisa en los momentos donde invita a la reflexión, pero completamente prescindible en otros donde no suma dentro del relato-.

Aún apegado a un esquema tradicional de entrevista + reconstrucción con material de archivo, el plus que genera Carina Sama al igual que en su trabajo anterior, es el don de sensibilizarse con su cámara y captar lo más profundo de la persona y del personaje, brindándole un lugar de respeto y honrando su historia, agradeciendo que en función a todo ese camino transitado por Malva y tantas otras compañeras, en el hoy sigue presente una construcción posible, difícil, pero absolutamente necesaria.

POR QUE SI:
«Sama explora y llega a lo profundo, a desnudar a Malva y a que abra su alma»

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