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Por Luis Kramer.

Niña Mamá, documental de Andrea Testa, responsable además del guión junto a Francisco Márquez, es el perfecto ejemplo del valor del cine como herramienta social al servicio de la reflexión y la clarificación acerca de que sucede con las clases más postergadas y todo lo vinculado a la información sexual, prevención sexual, aborto, violencia de género y la necesaria contención (o la ausencia de ella) de niñas que deben atravesar solas situaciones de extrema vulnerabilidad y necesidad.

Es allí donde la cámara de la directora asoma, desde la exacta distancia y respeto y retrata, sin concesiones ni tampoco subrayados, los dolores, angustias, soledades, conmociones, ultrajes, sometimientos, abandonos, mandatos, desinformación de niñas (entre 13 años, algunas de ellas), y como deben lidiar con la ausencia del Estado a un tema acuciante y su olvido, postergación, silencio y marginación.

Es ésta la realidad que debe discutirse y que nos interpela, como pertenecientes a un colectivo que ha decidido invisibilizar este lacerante paradigma.

El duro retrato del cotidiano que se desarrolla en hospitales del Gran Buenos Aires ha sido crecientemente postergado, como estos cuerpos sufrientes, hijos del olvido y el prejuicio, a la espera de una necesaria intervención que opere de manera transformadora.

Niña Mamá se constituye en un acertado disparador de la sumisión de las clases más vulnerables a una realidad destructora, impiadosa y dañina, hasta ahora camuflada con éxito por parte de algunos representantes en las cámaras del Congreso de la Nación Argentina.

POR QUE SI:

«Perfecto ejemplo del valor del cine como herramienta social al servicio de la reflexión y la clarificación»

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