Por Marcelo Cafferata
Repasamos algunas de las películas que se podrán ver en la edición 35 de La Mujer y el Cine.
TRENQUE LAUQUEN de Laura Citarella
Cuenta la leyenda que Lady Godiva, compadecida ante la pobreza de su pueblo, acepta el reto de su marido quien aceptó bajar los impuestos si ella se paseaba desnuda por todo el pueblo: Lady Godiva no lo dudó ni un momento y salió así por las calles. La solidaridad de sus vecinos hizo que permaneciesen en sus casas con las ventanas cerradas para evitar que ella se avergonzase. Pero sólo un vecino, Tom, el sastre del pueblo, no pudo resistir la tentación y miró por un agujero, de aquí la referencia a “Peeping Tom” cuando se quiere hablar del voyeurismo, como sinónimo de mirón e, inclusive, con ciertos rasgos de acoso.
En “TRENQUE LAUQUEN” esta leyenda se menciona expresamente y Laura Citarella nos mantiene atrapados como si no quisiésemos dejar de ser voyeurs de una gran historia que guarda dentro de sí, una cantidad abundante de otras mini-historias más pequeñas pero no menos interesantes para formar esta matrioshka a la que el cine de El Pampero, nos tiene acostumbrados.
“TRENQUE LAUQUEN” es un relato ambicioso dividido en doce capítulo narrados a través de dos películas (parte I y parte II), con un estilo narrativo artificioso, que se sirve de notas al pie, relatos, anécdotas, acotaciones, disquisiciones e idas y vueltas en la historia en donde se juega permanentemente con la mezcla de géneros y estilos, sin miedo a abordar distintas texturas en una misma trama, imitando a la lectura de una buena novela proustiana.
El pretexto de esta nueva fábula es la desaparición de Laura (homónima de la propia Paredes, protagonista excluyente del filme) y los dos hombres que emprenden su búsqueda, quienes teorizarán y especularán sobre la causa y los motivos de los acontecimientos que se suceden. “¿Dónde está Laura?”, una pregunta que remite directamente al universo de David Lynch, abre en este caso una galería de personajes y un entramado de historias que mezcla el relato de misterio, el romance, lo fantástico, la búsqueda detectivesca y el viaje íntimo y personal de la protagonista.
“TRENQUE LAUQUEN” es otro de esos cuentos hipnóticos llenos de misterios que no busca un final, una precisión sobre los hechos que intenta reconstruir, sino que propone disfrutar del recorrido, del viaje que nos habilita cada autor.
El placer propio del cine y dejarnos llevar cuando nos cuentan una buena historia.
LA URUGUAYA de Ana García Blaya
La hermosa novela –muy hermosa- de Pedro Mairal llega a la pantalla grande como el primer proyecto de Orsái para el cine. La historia es muy simple: Lucas Pereyra (Sebastián Arzeno) es un escritor cuarentón ya casi pisando los cincuenta en completa crisis. Varios elementos confluyen en esa sensación de no estar haciendo pie en ninguna parte: un adelanto de una editora para comenzar una novela que apenas son un par de ideas en su cabeza, enfrentar una reciente paternidad, problemas de pareja. Nada parece fluir.
La aparición de Guerra (Fiorella Bottaioli) en un festival literario al que Lucas asiste “cruzando el charco” en Uruguay, parece darle un aire fresco a tanto gris, a tanto desconcierto. La frescura y la seducción de una mujer más joven que se interesa en él, con un modelo diferente al de su pareja (Jazmín Stuart) parece ser ese oxígeno que necesita.
Volverá a contactarla cuando vuelva a Montevideo a recibir el anticipo de su novela y las cosas se complicarán frente a un evento completamente desafortunado donde los planes toman un giro completamente inesperado y diferente a lo que nuestro anti-héroe venia viviendo.
García Blaya traspone la novela de Mairal con tu toque feminista planteando una interesante narración de capas superpuestas, una especie de “elige tu propia aventura” para poner diferentes puntos de vista sobre una misma situación.
Sin caer en las comparaciones con el producto literario, “LA URUGUAYA” se inscribe como una comedia romántica de segundas oportunidades en una Montevideo omnipresente de fondo que está muy bien aprovechada y con la mirada propia de García Blaya sobre el universo masculino que, aún con ciertas convenciones y estereotipos del cuarentón de buen corazón pero inmaduro y “desordenado”, cuenta una buena historia sobre los giros del destino y los momentos que quedarán marcados para toda la vida.