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Por Rolando Gallego

Reformadores, de Marina Zeising, se adentra en el legado de la reforma eclesiástica y cómo los cambios siguen aconteciendo. En diálogo exclusivo la realizadora revela detalles de la propuesta.

-¿Cómo surgió la idea de hace Reformadores?

E-n 2019 se acercó a mí un exalumno llamado Fernando Mazas con guion sobre un pastor protestante luterano abiertamente homosexual que había sido cura católico. Siempre quise hacer un documental sobre el protestantismo dado que mi familia proviene históricamente de esa raíz religiosa. Desarrollamos el proyecto juntos y lo presentamos al INCAA obteniendo el apoyo pero lamentablemente Fernando falleció por Covid y decidí de común acuerdo con su familia continuarlo no solo como productora sino en la dirección que iba a ser Fernando. Para mí fue como un legado lo que me dejó y quise continuarlo. Quien iba a ser el protagonista desistió participar entonces entendí que para concretar la película tenía que reformular el guion y volcarle mi mirada como directora. Intente mantener el espíritu de lo que el quería contar, una iglesia de puertas abiertas con perspectiva de género.

-¿Cómo fuiste encontrando los interlocutores válidos y qué fuiste descubriendo junto a ellos?

-Empecé entrevistando a Karin, que era la pastora que me había confirmado en mi adolescencia. Luego seguí  con un derrotero de entrevistas que se fueron concadenando porque un pastor o diacono me llevaba naturalmente al otro y así se fue armando este retrato de la comunidad protestante de raíz luterana. Me reencontré con una iglesia refundada, ya no aquella que recibía a los migrantes alemanes sino que abrazaba las causas sociales Argentinas independientemente de los orígenes de sus participantes. Por otro lado, empezaron a tomar una posición más firme y clara en relación a la inclusión de mujeres pastoras, de los pastores abiertamente homosexuales, y al apoyo a las leyes del matrimonio igualitario y la interrupción voluntaria del embarazo. Y desde lo histórico enterarme que fue la primera iglesia que abrió las puertas a las Madres de Plaza de Mayo para que se puedan reunir en plena dictadura cívico militar. También me intereso mucho el trabajo diaconice que realizan en el conurbano. Todo eso es parte del film.

-¿Qué fue lo que más te sorprendió en esa búsqueda del legado de Lutero?

-Que todas esas acciones diaconices y políticas me hicieron tomar conciencia de ese posicionamiento reformista originario frente al status quo de los distintos momentos históricos de la Argentina, por el cual, de alguna manera mantiene ese gen reformador de Martin Lutero. Dentro de las iglesias cristianas siguen manteniendo ese cisma originario. Los demás credos van detrás de los avances sociales en cuanto a derechos. En este caso vi una iglesia que acompaña,  pese a resistencias internas que naturalmente también las hay. Pero como su forma de organización institucional no es piramidal verticalista sino sinodal, es decir más bien transversal, las decisiones se toman a través de una votación grupal.

-¿Cuánto tiempo de investigación, rodaje y post producción tuvo el relato?

-Fernando había investigado el tema durante unos cinco años al menos, en el marco de un posgrado documental. Luego juntos nos tomamos un año más para trabajar su proyecto que llego a mis manos con un corte más del tipo  ensayo académico que requería una adaptación audiovisual que fue lo que hicimos juntos. Pero tras su fallecimiento quien iba a ser el protagonista desistió de participar y tuve que reformular el proyecto. Así que por mi parte también luego me tome un año más para reescribir el guion y repensar la dirección del proyecto. Finalmente el rodaje fue en 2021 en plena pandemia y la postproducción durante 2022 que fue  cuando la termine y formo rápidamente parte del Ciclo de Documentales de preestreno ADN y el Festival Internacional de Cine Religioso donde ganamos el premio al mejor guion. Pero en el documental filmamos y editamos muchas veces en paralelo así uno va buscando la historia, el tono y la estructura narrativa. Siendo 2023 era hora de estrenarla formalmente.

-La película participó de algunos festivales y ahora llega a las salas, ¿expectativas con el estreno?

-Para mí las películas son un misterio.  Nunca sé que les pasara a los espectadores con la película sobre todo partiendo de una película independiente que no tiene un aparato mediático que lo fomente. Soy consciente de eso y trato de no armarme expectativas. Solo deseo transmitir la pasión que me genero el tema que abordo. Lo que si me propongo como cineasta es que mis películas sean material de trabajo, que sea una obra artística que trasciendan lo cinematográfico en el sentido que sirva para debatir temas que en la agenda mediática no están. En este caso, me gustaría que se fomente el dialogo interreligioso frente a un re auge del fascismo. Creo que las religiones deben mostrar cohesión en aquellos temas en común que son fundamentales como proteger a lo humano de la violencia. Que se haga desde ese dialogo me parece un mensaje fuerte y poderoso para apagar esos focos neofascistas que se incrementaron desde la pandemia. Por otro lado mostrar que pueden existir iglesias que acompañen la evolución de la sociedad y no estén siempre por detrás de los derechos conquistados.

-¿Estás trabajando en alguna nueva película?

-A fin de año estreno mi siguiente película que hice en paralelo que se titula “Carlos Gesell, mi padre” que relata la vida del pionero fundador de Villa Gesell, contado desde el punto de vida de Rosemarie, su última hija en vida quien trabajo además con él. Y también estoy queriendo hacer un documental sobre la realidad política de la Argentina y su proceso histórico en la democracia, en el sentido de que veo además de un re auge del fascismo también del neoliberalismo. A 40 años de la consolidación de la democracia,  la nueva derechización de la política me preocupa sobremanera. 

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