Por Rolando Gallego
La segunda película de Francisco Paparella, Tres hermanos, que recibió el Premio Especial de Jurado del Festival Internacional de Mar del Plata, llega el próximo jueves a los cines, y brindó detalles de la propuesta.
¿Cómo surge el proyecto? ¿Por qué elegiste esta película? La película es parte de una trilogía que vas a completar…
Sí, la trilogía del río. Viví en el Bolsón, en Patagonia. Viví cerca del río mucho tiempo. De hecho, ese río tiene un nombre mapuche que es increíble, que es Quinquentredo significa río que atruena, río que trae piedras. Y bueno, tiene una relación directa con la película que algunas veces ese río se desbordó y se nos inundó bastante todo alrededor. Y me gusta la idea de pensar que el río es transformador, es lo que lleva el agua al mar. Y en la frase está medio como zen de que el río nunca es dos veces el mismo río. Me gusta esa idea de transformación constante que transfiere. Y Tres Hermanos surgió un poco en medio de un rodaje de Zanjas, mi primera película, en medio de una locación que utilizamos luego para Tres Hermanos también, se me acercó a un chico, el mediano de cinco hermanos, se me contó que había tenido cáncer, y fue como un punto de partida y al mismo tiempo venía un amigo de él con un jabalí colgado del techo del jeep, yo nunca casé, respeto la tradición y la cacería como si va a ser para consumo deportiva, claramente. Y me atrajeron mucho ellos, esas masculinidades, porque fuera del exterior como rudo y crudo que podrían tener, siempre encuentro como unas sensibilidades interesantes de ahondar.
Y ahí hablabas de la cacería, el cine argentino no ha mostrado mucho esto, pero por ejemplo ahí, tal vez la viste en la película Implosión de Javier Vandercouter, está también esto de ir a cazar, es una tradición, y justamente es constructora de masculinidades, entonces ¿cómo fue pensar a cada uno de los hermanos, y éste hacia afuera y hacia adentro que tienen?
Bueno, el tema donde decís, la relación con la caza me parecía importante como una escena inaugural, como un prólogo a lo que va a ser la película, o sea, entrar a este mundo visceral literalmente y saber para qué va a estar preparado el espectador a lo largo de la peli y en cuanto a la construcción de los personajes, una de las cosas que no me llamaba la atención era esta situación ellos no se pueden comunicar con sus sentimientos, o sea, que tienen la imposibilidad de conectarse con las emociones. Nunca nadie se los enseñó, no tienen una herramienta para dar a la madre muy de joven, o sea, como que el contacto con los femeninos está muy distante para ellos, y este hermetismo que tienen tiene que ver con eso y simultáneamente con el contexto que habitan, la montaña, Patagonia tiene un habitante por kilómetro cuadrado, esto significa que hay una distancia con cualquier otra persona. Claramente, hay población en donde eso no sucede. Hay mucho espacio y hay mucho encierro también. O sea, cuando viene el invierno te encerrás y quedas adentro de tu cabeza mucho tiempo como con un escrutinio mental que a veces difícil de desencriptar para estos tipos son gente inteligente no es que no tienen herramientas intelectuales pero tienen una conexión sí emocional entonces eso fue un poco el punto de partida.
¿Cómo fue seleccionar a los protagonistas también y trabajar con ellos?
Bueno a mí me gusta trabajar como un actor que se ancle y ayuda a los demás actores naturales. En la primera película, Zanjas, eso lo hizo Diego Alonso y sentí que los otros no actores iban con él a buscar como una cierta referencia, en este caso también era la idea y el único actor de profesión que hay es Andy Gorostiaga, que interpreta al mediano, que es una persona completamente diametralmente opuesta al personaje, Andy es un chico queer, un divino.
¿Y por qué lo elegiste? Que ahí me nombrabas, por ejemplo, a Diego Alonso y Andy viene haciendo cosas completamente diferentes…
La verdad es que Andy fue muy natural, desde la primera prueba de casting me había gustado, estaba originalmente la imaginada para el mayor, después lo llevamos al mediano, y también por una cuestión de phhisique du role, yo tenía esta idea de tipos que son como una especie de pobladores iniciales, medios señores federales, bien nórdicos son rubios, leches claras, con ojos azules, los tres. Me iba a dar una representación de una especie de dios nórdico de tres cabezas, era lo que buscaba. Triglav, que es una figura que encontré también en el rodaje, cuando estábamos buscando locaciones e hicimos después también un casting abierto en Patagonia, que así quería que toda la gente sea de ahí y que se vea del lugar, y bueno, aparecieron también dos joyas, Emanu Elish y Ulises Yanzón, que hace el menor, nunca frente a cámara, primera vez que lo hizo, vino al casting y clavó absolutamente todas las acciones, todos los movimientos, inventó frases que se terminan utilizando en el guión, lo preparamos para que ande el moto a caballo, o sea, que te une la película transformada con un montón de conocimiento. Y después el mayor, Emmanuel también es de la zona, del Bolsón a él lo conozco hace más tiempo y habíamos hecho el teaser de la película y bueno, si ves el póster, la similitud entre ellos tres es increíble y creo que le dan una impronta a la película muy heavy desde su presencia.
La gente se sorprendía mucho de las escenas más sangrientas de la película, hoy en día en donde todo es tan políticamente correcto, ¿siempre supiste que si ibas a mostrar esos momentos tenía que ser de esa manera sin esconder nada?
Yo creo que la película resuena, te deja vibrando por la acumulación de situaciones donde hay una presencia de la violencia y por lo gráfico, lo clínico te diría, lo quirúrgico, como un voyerista, como súper pristino sobre todas estas situaciones y sí me parecía que era importante que dentro del contexto del verosímil realista eso se observase de una manera justamente hiperrealista, o sea, por eso aparecen ciertos planos a lo largo de la película diciendo situaciones que las quise retratar de una manera como, bueno, el código general de realismo, un realismo crudo, y era superimportante que los verosímiles mantuviesen esas escenas para que impacte de la manera que tiene que hacerlo. Estamos acostumbrados a ver violencia en el cine, un montón de violencia, todo el tiempo. La representación de la violencia está tan banalizada que cuando no lo está, cuando se observa de una manera real, pega más. Y eso sí fue una elección completa de tratar de llevarlo hacia eso. No me gusta salir del cine y no sentir que pasó nada con nada, siento que me gusta que a lo largo de dos, tres días estés con la película en la cabeza, se vaya sentando las significaciones, las metáforas, las acciones mismas de los personajes, como ya sabes, como que conectes puntos. Me parece que eso es lo que te transforma cuando entras en una sala de cine. Poder irte a otro universo que no conoces, que es una Patagonia que no se ha retratado de esta manera tanto y que puedas habitarlo realmente de ese universo a través de los personajes que en este caso te toca observar. No creo que se genere la empatía con ellos dentro de toda la película porque las acciones que hacen son arrogantes, entonces como que siempre hay un rechazo tanto de la cámara como del espectador como para entrar a eso, pero sin embargo hay un magnetismo y una tracción sobre los personajes, por la concatenación de su psicología y cómo van habitando el contexto.
¿Ya estás trabajando en la última parte de la trilogía?
Yo estoy trabajando en un par de proyectos nuevos donde el río va a ser importante también, uno que estoy empezando a desarrollar me gusta mucho y tiene que ver con Sara Gallardo, una actuación muy libre de ella, que bueno, completamente libre, me fascina Gallardo, me parece que entendió el campo, que entendió a la gente del campo, o sea, cuando te metes en el arroyo mental de los personajes de Eisejuaz, o del género es muy poderoso como realmente conecta con esos personajes y estoy empezando a trabajar un poco en una trilogía que involucre a eso.