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Por Marcelo Cafferata

Llega a las pantallas de Netflix la última realización de Carlos Sorín, el premiado director de “Historias Mínimas”, “La película del rey”, “El perro”, el thriller “El gato desaparece” y la más reciente “Joel” –uno de sus trabajos más logrados-.

Su nueva película es “EL CUADERNO DE TOMY”, inspirada en el caso real de María Vázquez, autora del libro “El cuaderno de Nippur” que se convirtió en un suceso editorial que ya lleva cuatro ediciones gracias a la popularidad que alcanzó su historia personal dentro del mundo de las redes sociales.

Su forma de abordar un cáncer terminal con muy mal pronóstico, conmovió completamente a sus lectores y llegó a ser tapa de la edición digital de uno de los diarios más importantes del país y con diversas entrevistas que llevaron su caso a la televisión, logró generar una enorme cantidad de seguidores que fueron siguiendo su proceso cotidianamente y colmaron de regalos y muestras de afecto cada uno de sus últimos días de internación.

Retomando una idea similar a la que se presentaba en “Mi Vida” (Bruce Joel Rubin, 1993 con Michael Keaton y Nicole Kidman) donde el protagonista va grabando sus vivencias, su cotidiano y sus sentimientos frente a una enfermedad incurable para que su hijo que nacerá pronto, pueda llegar a conocerlo; en este caso la protagonista, Marie, irá llevando un diario que dejará a su hijo a manera de legado, con algunos sencillos consejos de vida, con sus reflexiones, pensamientos y todas las sensaciones por las que atraviesa en este momento tan complejo, en donde enfrenta sus últimos meses de vida.

Obviamente que al tratarse de un caso verídico que se adapta cinematográficamente, “EL CUADERNO DE TOMY” no puede escaparse demasiado de una estructura previsible del típico drama basado en hechos reales y transita por los caminos esperados sin intentar demasiadas innovaciones. Sorín, por su parte, en su doble rol de guionista y director, elige apegarse a una propuesta clásica, con esa emocionalidad a flor de piel que transmiten todos sus films.

De todos modos, es importante remarcar que indudablemente su mayor virtud es poder construir este clima netamente dramático, evitando todo tipo de golpes bajos y abordando el tema de la muerte desde una mirada de profunda aceptación donde, aunque cueste razonarlo de esa manera, “la muerte es parte de la vida” y por lo tanto, asumir de forma natural, el hecho de morir de una forma menos trágica y quitando toda la solemnidad que suele envolver a este tema.

La fuerza y el temple propios de la personalidad de María “Marie” Vázquez, permiten incorporar saludablemente, un toque de humor e ironía, para un personaje querible, con el que el espectador empatiza rápidamente, tanto en su dolor como en su particular atravesamiento de la enfermedad, con mucho sarcasmo y un humor ácido e inteligente del que no se desprende ni aún en sus momentos más amargos.

El universo de las películas de Carlos Sorín también se hace presente en “EL CUADERNO DE TOMY” aunque quizás responda a un esquema más afín con la plataforma donde se estrena, en donde impera un formato más comercial y de esas películas que puedan atraer a todo tipo de público.

Pero la composición en la estética y la sensibilidad que aporta Sorín, marcan claramente la diferencia y nuevamente se muestra como un dotado director de actores. Tiene a su cargo un verdadero dream team ya que el grupo de amigas de María, está integrado por Paola Barrientos, Ana Katz, Mónica Antonópulos, Romina Ricci, Ana Pauls y Catarina Spinetta, quienes tienen pequeñas intervenciones en diversos encuentros que se organizan en el hospital  -aunque alguna de ellas podría haber tenido una mayor participación  en determinadas escenas para lograr un desarrollo más importante en algún personaje secundario-, acompañadas por Diego Gentile y Diego Reinhold.

Dentro de los médicos del hospital, Mauricio Dayub, Beatriz Spelzini y Fabián Arenillas postulan dentro de la trama, el duro compromiso ético entre la vida y la muerte, entre la sedación terminal y el compromiso moral con el paciente, entre la muerte digna y la presión que ponen los medios y las autoridades frente a este tipo de decisiones.

Como la mejor amiga de María, Malena Pichot sale de sus estridencias y sus desbordes para entregar una composición a la medida de su personaje y es una de las grandes sorpresas dentro del destacado elenco. Asimismo, Esteban Lamothe (en el rol del marido de María), es otro personaje sumamente logrado y con la mano de Sorín en la dirección, Lamothe explora una cuerda que vibra diferente, lo saca de su zona de confort y se muestra más maduro y con una nueva veta, sin repetir el modelo de sus otros personajes cinematográficos.

Aunque nadie en el elenco tiene la menor “desafinación” y todo funciona armónicamente y a la perfección, la entrega y la solidez con la que Valeria Bertucelli encara a su Marie es sinceramente asombrosa. Alejada completamente del arquetipo de la comedia Pol-ka con la que tanto se la identifica en sus trabajos para el cine y más afín con su exploración interior (que ya había aparecido en “La reina del miedo” dirigida junto a Fabiana Tiscornia), Bertucelli maneja perfectamente cada momento de su personaje, ya sea en el humor y la ironía, en las decisiones más dramáticas, en sus miedos y su dudas o en la calidez con la que escribe las líneas para que su hijo lea en un futuro.

Sin excesos, en la dosis justa, con momentos de gran emotividad, es la protagonista excluyente de la película y como plus, logra una conexión genuina y sincera con Julián Sorin –el nieto del director-, su hijo en la ficción.

Aún con sus lugares comunes y su esquema narrativo apegado a una especie de receta hollywoodense del drama basado en hechos reales, “EL CUADERNO DE TOMY” logra hacernos reflexionar sobre lo poco elaborado que tenemos el tema de la muerte dentro de nuestros cánones occidentales, es una invitación a la evolución, a la aceptación y a plantearnos una mirada diferente sobre esta parte de la vida que nos es común a todos.

POR QUE SI:

«Sorín, en su doble rol de guionista y director, elige apegarse a una propuesta clásica, con esa emocionalidad a flor de piel que transmiten todos sus films»

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