Por Rolando Gallego
El cine de Néstor Montalbano resiste a cualquier tipo de encasillamiento. Desde la comedia más delirante como “Soy tu aventura” o “Pájaros Volando”, hasta historias de época atravesadas por la pasión futbolera en “No llores por mí, Inglaterra” o, quizás, la que más se encuentre emparentada con su nueva película “El regreso de Peter Cascada” donde detrás del humor aparecía un gran componente de melodrama que “LAS CORREDORAS” explota hasta su punto extremo.
Mabel (Carola Reyna) atraviesa por un momento complejo frente a la muerte de su padre a lo que se le suma un impostergable llamado del Ministerio de Agrociencia donde trabaja para visitar el pueblo de El Mojón lograr que el Señor Antonovich (Diego Capusotto en uno de los papeles que asume en la película) firme una cesión de unos terrenos cuya firma se encuentra pendiente, asunto debe ser resuelto con urgencia.
Cuando llega a la extraña mansión (una protagonista más de la historia) se encontrará a la esposa de Antonovich y pronto conocerá a su amiga Teresa (Alejandra Flechner), ambas corredoras de autos, un deporte que para los años ’50 donde se desarrolla la historia parecía reservado a los hombres –con Gálvez o Fangio como figuras omnipresentes-, pero en el que ellas, sin embargo, han podido abrirse camino y hacer su propia trayectoria.
Montalbano ama el cine de género e indudablemente en “LAS CORREDORAS” redescubre el cine de misterio con un fuerte componente psicológico, esas tramas hitchcockianas donde aparece el suspenso a partir de ver a una persona común que queda envuelta en una situación completamente extraordinaria, una historia en donde abundan incertidumbres, personalidades ambiguas y fantasmas del pasado con muertes sin resolver.
Obviamente Montalbano le imprimirá su estilo personal y si bien aparecen su humor tan característico, con mucho de absurdo y de parodia, con sus infaltables toques kitsch, en este caso elige reforzar un estilo melodramático al punto que los giros que va dando la trama (que son muchos e irán jugando con la multiplicidad de identidades de los personajes) parecen homenajear al culebrón y a la telenovela más clásicos, subrayando además el hecho de que se trata de una ficción, marcando desde su puesta en escena la artificiosidad que atraviesa el relato, tanto desde sus personajes, los escenarios que elige y su propuesta estética.
“LAS CORREDORAS” juega además con el conflicto de identidades en forma permanente (con un Diego Capusotto interpretando múltiples personajes) e incluso propone, para un cine de época, jugar con el travestismo y desde ese lugar es donde Montalbano vuelve a imprimir su sello propio jugando con las referencias cinematográficas, literarias y hasta teatrales y nuevamente sorprende y hace la diferencia.
Alejandra Flechner es una de las aliadas de Montalbano en sus aventuras y ella tiene un particular timing para saltar del drama a la comedia absurda que despliega en este rol de la corredora, que es la “tercera en discordia” en un triángulo amoroso muy por fuera de lo convencional.
Carola Reyna como Mabel logra sumarse con un personaje que no suele ser tan habitual en sus composiciones y su talento le permite sumarse a esta propuesta audaz, logrando una composición delicada pero con muchos momentos en donde sabe aprovechar el riesgo.
Diego Capusotto vuelve al cine de la mano de un director que lo deja crear y mostrar toda su capacidad por fuera del registro delirante sobre el que generalmente se mueve. En “LAS CORREDORAS”, Capusotto no solamente hace varios personajes sino que en cada uno de ellos puede mostrar un tono diferente y aprovechar al máximo todos los pliegues que le permite esta historia que pasa de lo trágico a lo absurdo, del melodrama al delirio y en todos, Capusotto se luce y hace que el relato, con ribetes absurdos, suene sumamente creíble. Completan el elenco Alejandro Müller y la participación especial de Norman Briski.