Por Marcelo Cafferata
Es evidente que el universo del documental dentro del cine nacional está atravesando un muy buen momento. A la diversidad de las propuestas con las que cuentan la cartelera y las plataformas de streaming, se suma esta semana “UN BOLSO LLENO DE CARTERAS” la opera prima de Leonardo Petralia que aborda un tema novedoso y define desde un ángulo poco convencional la relación madre – hija.
La historia se centra en Noemí, la madre de la bailarina coreógrafa y dramaturga Celia Arguello Rena a la que su hija justamente describe como una mujer que vive en “el museo del paso del tiempo… con cosas que la gente tira y que ella junta”. Esta acumulación compulsiva de objetos fue invadiendo la casa que ellas compartían en Córdoba alcanzando niveles de acopio que la transformaron en un espacio inhabitable, viviendo en forma permanente entre el desorden y la basura.
La “vuelta al hogar” luego de cinco años de desconexión total con su madre, queda registrado con el ojo atento de Petralia detrás de la cámara: un reencuentro con ese espacio tan particular, luego de que Celia cortase todo tipo de relación con Noemí.
En la superficie, el relato parece tener como objetivo explorar algunos temas vinculados con el Síndrome de Diógenes y los problemas que trae aparejados, vinculados en un principio con la imposibilidad de seleccionar qué tirar y qué guardar. Pero el trabajo poco a poco, va mostrando las características más oscuras de esta patología que genera aislamiento, abandono personal, reclusión y a la que muchos estudios científicos la vinculan con los trastornos de personalidad, la demencia y la depresión psicótica.
Tratando de superar la angustia de volver a tomar contacto con el mundo materno, Celia intentará un acercamiento a través de un proceso creativo: generar arte a partir de todos los elementos acumulados, intentando encontrar belleza en medio de ese caos. Es así como Celia reflexiona con un alto nivel de abstracción sobre una mirada más conceptual que permite ampliar los significados de esos objetos acumulados y su potencial uso de manera completamente simbólica.
Aparece entonces la idea de trabajar con un criterio de instalación y que, al mismo tiempo, quedase todo registrado a través del documental. Protagonistas y director se disponen a plasmar el camino que emprende una hija dispuesta al “rescate” de su madre, trabajando sobre estas dos líneas simultáneamente: la acumulación de los más diversos y diferentes objetos mientras que se toma contacto con el deterioro y el abandono que han sufrido tanto de su hogar como su propia madre.
Mezclados entre basura, desperdicios y pilas de cosas desperdigadas por los dos pisos, el jardín y el galpón –de una vivienda realmente enorme-, aparecerán recuerdos movilizadores de la infancia: desde dientes de leche que ha cortado en su infancia, pasando por fotos, dibujos y el encuentro de objetos absolutamente inesperados.
Hay diarios, cartas, almanaques, cuadernos, fotos, electrodomésticos que hace años han dejado de funcionar, cajas, partes de objetos que ni siquiera pueden ser identificadas, plantas secas, botones, billetes viejos, frascos, latas, botellas de plástico, todos ellos aportando al basural en el que Noemí ha vivido sumergida todos estos años, generando pequeños altares dentro de la casa
Justamente “UN BOLSO LLENO DE CARTERAS” sorprende por la búsqueda de un nuevo lenguaje para describir la conflictiva relación madre-hija, al mismo tiempo que trabaja en la recuperación desde un punto de vista artístico de todo lo que encuentran juntos, gracias a la ayuda del artista plástico Juan Pablo Gómez, proyecto a través del cual Celia intentará trabajar con el arte y la poesía en medio de la suciedad, la basura y el abandono. Y finalmente, encontrar un delicado equilibro y generar una mirada esperanzadora.