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Por Ariel Benítez.

“Resuelve el 80% de los casos que le asigno”, dice la detective inspectora Chrissie Reed (Lesley Manville), en defensa de John River (Stellan Skarsgård), uno de sus mejores hombres, cuando un superior intenta suspender al policía.

Fácil y sencillo: River no está en sus cabales. La desconfianza surge porque para el resto, él está completamente loco. Gesticula, grita y ríe a carcajadas pero únicamente cuando está solo.

Dicho esto, River es el protagonista absoluto de esta miniserie británica de seis capítulos. Podríamos decir que escapa con éxito de muchos lugares comunes del género policial. Él es la clase de tipo que no se relaciona con nadie y que a los ojos de cualquiera de nosotros, es incapaz de transmitir sensación alguna. Excepto cuando está con Jacki Stevenson, -Stevie- (Nicola Walker), su compañera y a la que a lo largo de la serie verá desplomarse en un video de cámara de seguridad una y otra vez, por un certero disparo en la cabeza. Stevie, es la única que comprende a River. Aún estando muerta, lo guía y aconseja sobre cómo tratar a su reemplazo, Ira King (Adeel Akhtar).

John River ve en cada lugar a las víctimas de sus casos y estas “visiones” esporádicas le brindan indicios de cuál pudo haber sido la causa de su muerte y él interactúa, con una naturalidad que de a ratos abruma. Es allí, donde su fragilidad mental se convierte en su mayor fortaleza: ver muertos, y al poder hablarles, estos lo guiarán a la conclusión de lo que otros no pueden y así resolver los casos.

Aunque la verdad llega en cuentagotas, se agradecen los momentos en lo que el personaje se permite a sí mismo relajarse y descansar; tomar una cerveza y dejar de  responderle a un muerto y no sólo andar con un peinado perfecto y el traje sin arrugas por la vida; con cara de póker arriba del auto en una ciudad gris donde se maneja del lado derecho y se circula por el izquierdo.

Encontrar al culpable de la muerte de Stevie y no parecer un enfermo de la cabeza es el deseo de John. Una historia bien contada, con la cantidad de episodios justa y dirigida por Abi Morgan (The Hour) es el atractivo, una leve brisa y puntos de encuentro con Sexto Sentido y el a veces aburrido humor inglés es el desequilibrio de esta inquietante y buena producción de la BBC que por estos días se puede ver en Netflix.

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