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Por Marcelo Cafferata

Pareciera ser que el mundo adolescente se fue construyendo como un subgénero dentro de algunos géneros y fue ganando terrero, poco a poco, mostrando algunas realidades que antes no se mostraban en pantalla o se mostraban de otra manera.

Es así como Mariano Biasin en “SUBLIME” se sumerge en ese mundo pre-20 en donde se mueven Manuel y Felipe, compañeros de colegio que comparten una misma banda de rock y su mundo cómplice de momentos compartidos, primeras experiencias amorosas, anécdotas sexuales y compañerismo.

La propuesta tiene mucho de coming of age y de explorar algunos de los ritos de pasaje, sobre todos los vinculados con el despertar sexual y algunos compromisos que comienzan a marcar la vida adulta. Pero con algunas miradas que el ojo de la cámara nos va ofreciendo, algunos detalles y ciertas intervenciones –sobre todo sobre el territorio de los cuerpos, tema que Biasin maneja muy sólidamente en esta, su ópera prima-, comenzamos a vislumbrar que está pasando algo más de lo que aparece en la superficie.

Uno de los dos amigos se enamora del otro. Frente a la crisis de identidad se plantea también el entorno familiar, el círculo de pertenencia, hasta dónde abrir ese deseo y atravesar ciertas líneas, cómo decir lo que siente sin que se ponga en juego (e incluso se pierda) ese vínculo de amistad entrañable que para ellos también es constitutivo.

En esta segunda capa exploratoria, la tensión sexual y ese acercamiento temeroso que duda en romper las barreras, recuerdan a esas tensiones de los personajes -un poco más adelantados en el rango etario- de las primeras películas de Marco Berger (“Plan B” “Hawaii”) y Biasin lo va resolviendo con un aire que se asemeja mucho a esa corriente.

Galardonada en su recorrido por varios festivales internacionales, “SUBLIME” se presenta dentro de las Galas de este Festival de Cine de Mar del Plata, con un promisorio debut frente a las cámaras para su primer largometraje (quien haya visto “Área chica, infierno grande” o “El inicio de Fabrizio” sabe del poder narrativo de Biasin)  creando el clima necesario para que la historia se interne en ese universo tan particular, logrando dos muy buenos trabajos en los protagónicos de Martín Miller y Teo Inama Chiabrando.

Una historia pequeña narrada con gran sensibilidad y que, gracias a la ayuda de un excelente trabajo técnico, logra momentos de una belleza estética deliciosa.

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