
Por Marcelo Cafferata

Un perro que llora sin cesar despierta la queja de los vecinos, pero es al mismo tiempo el disparador que utiliza la cineasta Ana Katz en su sexto filme, para zambullirnos en la vida de Sebastián quien deberá enfrentar varios quiebres en su vida a partir de este reclamo y la posterior muerte de su mascota.
Katz asume riesgos y plantea un giro novedoso en su filmografía no sólo por presentar una narrativa que se va construyendo a partir de fragmentos de la vida de Sebastián sino por tener por primera vez un protagonista masculino excluyente para su película. El guion juega con el blanco y negro, con fragmentos animados e ilustrados, y mezcla situaciones naturales, de la propia cotidianidad de los personajes, con otras completamente experimentales como la colisión de un asteroide con el planeta, tener que utilizar una especie de escafandras para poder respirar mejor o adherir a un protocolo que hace que los personajes deban caminar casi en cuclillas (notable “premonición” si recordamos que la película fue filmada mucho antes del COVID y la pandemia que nos atravesó mundialmente).
Casi sin proponérselo, Katz logra reflexionar sobre lo imprevisible, sobre los giros inesperados, sobre la incertidumbre y las transformaciones. Obviamente que “EL PERRO QUE NO CALLA” tiene ineludiblemente otra lectura en los tiempos que corren y esta falta de oxígeno que sufren los personajes calza a la perfección con la construcción de estas “nuevas normalidades” que van apareciendo en nuestro día a día.
Pero más allá de la sincronicidad inesperada con nuestro presente, esta idea de rompecabezas que se va construyendo alrededor del personaje central con las diversas situaciones por las que atraviesa en sus distintos trabajos –con el arco más ecléctico que cualquier espectador pudiese imaginar-, el vínculo con su madre, el amor, la paternidad, se refuerza con las elipsis temporales muy bien elegidas y con un fluir sin estridencias ni subrayados. De esta manera, logra ese tono melancólico y reflexivo que acompaña un importante giro en la autora, luego de trabajar tan fuertemente sobre protagonistas femeninas.
También desde el elenco, “EL PERRO QUE NO CALLA” se presenta como un salto sobre todos los trabajos de Katz como directora, guionista y actriz, acompañada de sus colegas / amigos Carlos Portaluppi, Valeria Lois, Julieta Zylberberg, Diego de Paula, Marcos Montes, Raquel Bank (protagonista de su primera película, “El juego de la silla”), Mariano Sayavedra y el protagónico de su hermano, Daniel Katz.
El tema final de Nicolás Villamil resumen, en cierto modo, el espíritu de esta nueva película: “solo una cosa por vez”, y así sucede, una cosa por vez, y volver a reacomodar el tablero.
EL PERRO QUE NO CALLA
de Ana Katz
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