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Por Rolando Gallego

Bienvenido el oficio y el arte de Santiago Mitre, un realizador que mantiene sus convicciones cinematográficas intactas y que sabe construir apasionantes relatos en donde la vida y la muerte se funden en escenas tan atrapantes como enigmáticas.

“Pequeña Flor”, su adaptación libre de la novela homónima de Iosi Havilio, es una propuesta sensorial que atrapa desde la primera escena, en la que asistimos a un parto natural en algún domicilio de Francia, y en donde el narrador en off nos describe la situación particular de la pareja que está por recibir a su primogénito, y, más pormenorizadamente, a José (Daniel Hendler), un hombre a la deriva.

También nos cuenta el vínculo que posee con él, una relación de amor odio, de deseo y siniestros impulsos, que no son otra cosa que el reflejo y eyección de aquello que imagina dentro de su cabeza pero nunca había imaginado hacer.

Atascado en el presente, José, un extranjero que no puede dialogar en la lengua del país en el que se encuentra, dependerá de su mujer (Vimala Pons) para conectarse con el afuera, el que, sin sorpresas para sus rutinas, terminará por convertirlo en un dibujante desempleado a cargo de los quehaceres domésticos y el cuidado del bebe.

Al borde de la locura y el hastío, la visita a la casa de un vecino, por un hecho concreto y puntual, que tiene que ver con solicitarle una herramienta, hará que José transforme su gris existencia en una sangrienta realidad en donde una y mil veces intentará apoderarse de la vida de ese sujeto con una vida cuasi perfecta, para sincerar la suya.

Así, el guion de Mariano Llinás, propondrá una lúdica estructura por medio de la cual el espectador quedará atrapado en anticipar el resultado de los mecanismos de preservación de José y el intento, una y mil veces, de resolver su vínculo con ese extraño y atrayente hombre.

“Pequeña Flor” es una experiencia distinta, potente, audaz, en donde la lengua y el espacio, determinarán absolutamente cada uno de los detalles y vectores narrativos, consolidando a Mitre, una vez más, como un hábil director que engaña a los espectadores con propuestas que superan la mera suposición y prejuicio.

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