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Por Rolando Gallego.

Las siamesas (2020) - Filmaffinity

Presentada fuera de Selección en el 35 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, la nueva película de la realizadora Paula Hernández (Los sonámbulos, Herencia), expone, de una manera única, vívida, lúcida, potente, algunas obsesiones recurrentes en su carrera que tienen que ver con la maternidad, los vínculos y los espacios.

Atravesadas por una tragedia de la cual conoceremos más hacia adelante algunos índices, en Las Siamesas (2020), Valeria Lois y Rita Cortese, configuran un verdadero tour de forcé, un duelo actoral interpretativo en el que nada, ni nadie, podrá salir indemne, como una madre y una hija que se aman y se odian a la vez.

Al comenzar el relato, conoceremos a Estela (Lois), una mujer que desea, anhela profundamente algún cambio en su vida e intuye que la oportunidad que recientemente se le ha presentado, heredando dos departamentos en Costa Bonita, tal vez sean el motivo para ofrecerle algo de respiro en su atormentado presente.

Luego veremos a Clota (Cortese), una mujer madura, a la que el cuerpo, de alguna manera le ha comenzado a jugar algunas malas pasadas, y  la cabeza también, dependiendo de su hija, en algún punto, para seguir adelante en sus días, iguales, plagados de medicamentos y apatía.

Una casa abarrotada de recuerdos y cosas de otra época, en Junín, debe ser abandonada por unos días para conocer la preciada herencia, y para hacerlo, antes de dejarla, hay que cumplir algunos rituales, apagar las luces, echar insecticida en aerosol, recordar llevar ropa de cama, justo a dos minutos de cerrar todo y subirse a un remís hasta la terminal.

A partir de allí el viaje en micro hasta el lugar, en una unidad de doble piso, lo que configurará uno de los primeros choques entre ambas: “si pasa algo acá no contamos el cuento”; o algo por el estilo, porque si hay algo que el preciso y mecánico guion de la película, es hacer actuar a las protagonistas más que hablar, y, cuándo lo hacen, son como fuertes gladiadoras que se atestan sus armas para dañar al otro sin siquiera medir las consecuencias.

Cuerpos reales, mujeres más reales, enfundadas en coloridas vestimentas, en telas “cómodas” y con un sentido de la estética que ronda lo kitch más poderoso, pero a la vez, entrañable y significativo.

Por momentos, la progresión narrativa, mixtura géneros, el thriller comienza a colarse en cada una de las escenas, y el humor y la ironía, como estandarte, hacen que a la precisión de las actuaciones, se sume una dirección certera para que lo ominoso, y el pasado, digan presente, pero también el miedo sobre lo inevitable y desconocido que espera en el próximo destino.

Hay también una inteligencia que proporciona a la dupla de una envestidura particular, para que, además de forjar con miedos y conceptos desacertados a Clota, que hablan de una Argentina lamentable, aquella que ve en el otro, en el diferente, una amenaza, suma en Estela bondad y nobles sentimientos, una mujer que a pesar de todo, sigue apostando por sus deseos, aunque su madre la oprima y calle.

A la potente imaginativa para, desde los espacios, potenciar sus ideas, Hernández vuelve a bucear en el vínculo madre e hija, el que, en esta oportunidad, le sirve para hablar de la idiosincrasia argentina, sus miedos, sus pequeñas conquistas, pero también aquello que nos hace detestables y egoístas, en un punto.

Cortese y Lois brillan a través del lente de la directora, pero además ofrecen, con pequeños gestos, detalles nada más, su grandeza como intérpretes. En el espiar de Clota hacia adelante en el micro, observando cuestiones que sólo ella sabrá qué serán, o en la escapada de Estela, harta de su madre, a tres asientos más adelante, para dormir y seguir soñando con su futuro, Hernández  pinta de una manera única, una relación entrañable y asfixiante, potente y agotadora, con una posición tomada sobre cada personaje, reflexionando en ellos sobre todos, pero que deja que el espectador tome partido, por una, por ambas, o, por ninguna, sin evitar que luego, este relato, inspirado en uno de Giuillermo Saccomanno, resuene por varios días.

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