Tiempo de lectura: 5 minutos

Por Marcelo Cafferata

Dentro del sitio www.comunidadcinefila.org no solamente podemos asistir al estreno de MEMORIA FOTOGRAFICA sino que además en sus diferentes secciones encontramos excelente material de los últimos estrenos de cine nacional con importantes trabajos tanto de ficción como documentales.

LA AFINADORA DE ÁRBOLES

de Natalia Smirnoff

Ciclo: Favoritas de la Comunidad Cinéfila

★ ★ ★ ★ ★ ★ ★ ★ ✩ ✩

Clara (Paola Barrientos) es una autora de libros infantiles e ilustradora de sus propios textos y que este año ha sido elegida para recibir el premio más importante dentro del mercado de la literatura infantil. Innegablemente, vista desde afuera, su vida es (casi) perfecta: al éxito profesional puede sumarse una hermosa familia y  la concreción de su proyecto de mudarse a su casa soñada, una casa de campo que le permite el contacto con la naturaleza y con su faceta más creativa, con más tiempo disponible para dibujar.

Pero debajo de toda la apariencia de mundo perfecto, Clara está pasando por un momento de crisis, de esos donde siente que no puede hace pie en ninguna parte. Ni puede avanzar demasiado con su nuevo cuento “El catador de sillas” ni parece tener un vínculo armonioso con su esposo (que parece más un manager exigente sobre su trabajo y su producción, que su pareja) y cualquier pequeña situación hogareña parece generarle un profundo desequilibrio, se angustia, se siente perdida en su propio laberinto.

La mudanza le permitirá recorrer nuevamente el lugar donde nació y tomará contacto con lazos de su pasado que se reavivan rápidamente, como si esa historia hubiese quedado en suspenso, para retomarla y recuperar su propia identidad, su verdadera esencia. A partir de su encuentro con Ariel, su novio de la infancia y el lazo que recupera con la madre de Ariel y su hermano, Clara empieza a sentirse diferente, a percibirse distinta, a reencontrarse, de alguna manera, con su propio deseo.

El cine de Smirnoff es un cine de mujeres en crisis: sus protagonistas no viven en plena exasperación sino que la crisis se esconde bajo una serena calma, con un lento pero efectivo proceso interior que va ganando forma hasta que, casi naturalmente, aparezca ese cambio deseado, un despertar de conciencia.  

La película de Smirnoff no sería la misma si no contara con el protagónico de Paola Barrientos que construye delicadamente a su Clara en cada gesto, en cada mirada y se despoja enteramente de cualquier tic televisivo para demostrar en su gestualidad contenida y en su multiplicidad de recursos, que entiende a su personaje a la perfección.

Como plus, algunas escenas de animación para ilustrar los cuentos de Clara dejan jugar con ese universo de las ilustraciones de Yael Frankel, tan delicadas y creativas, como la película misma.

VICENTA

de Darío Doria

Ciclo: Vivas nos queremos

★ ★ ★ ★ ★ ★ ★ ★ ½  ✩

“VICENTA” es una creativa propuesta documental que apela al arte de stop motion, pero con la particularidad que las maquetas y muñecos de plastilina no tienen movimiento. Se nutren de la potencia del relato y sus expresiones, acompañadas de variaciones en la luz y de los elementos que se ponen en juego en la puesta, ya son suficientes para lograr una experiencia de una calidad y una calidez infrecuente dentro del cine documental nacional.

Vicenta / Vicenta Avendaño es una representación de los más vulnerables: vive en una localidad del conurbano, trabaja limpiando casas y una vez que llega a su hogar, deberá proteger cada uno de los detalles de la convivencia con su hija menor, Laura, que ya cumplió 19 años pero sigue siendo pequeña e indefensa debido al retraso madurativo que padece. Con una historia de violencia familiar en sus espaldas donde estuvo a la orden del día el destrato y el abandono, Vicenta se ha sobrepuesto a cada uno de estos obstáculos con su dignidad en alto y sus valores morales intactos.

“VICENTA” toma el caso real y mediático que apareció en los titulares de toda la prensa y fue presentado en todos los noticieros –que inteligentemente se incluyen en la puesta por medio de fragmentos que los propios protagonistas miran en sus televisores-: un caso de pedido de aborto frente al embarazo de Laura, que fue abusada intrafamiliarmente. Sometidas al particular derrotero de denuncias, trámites, intervención de los juzgados, asistentes sociales, marchas y contramarchas dentro de los expedientes, son esos vericuetos kafkianos que padecen justamente los que no tienen recursos de ninguna índole para poder ser escuchados.

La puesta de Darío Doria se nutre de un artificio completamente despojado de golpes bajos y de dramatismos, narra los hechos con precisión y detalles, tratando de generar un espacio de reflexión sin caer en un discurso tendencioso.

Sus gestos, sus silencios, sus miradas vidriosas que transmiten el dolor y la opresión necesarios para contar una historia donde las minorías vulnerables son permanentemente invisibilizadas por el propio Estado.

Como corolario perfecto para “VICENTA” una narración en off que con la cadencia y la sensibilidad de Liliana Herrero, suena armónica y natural, como quien nos va contando un cuento, una historia de vida, un ejemplo de lucha y nos ofrece una historia simple y profunda para que siga activa nuestra memoria y que este tipo de hechos tan desafortunados no vuelvan a sucedernos como sociedad, con miras a una verdadera evolución. CIEGOS

Mirar y ver

CIEGOS

de Fernando Zuber

Ciclo: Operas Primas

★ ★ ★ ★ ★ ★ ★ ✩ ✩ ✩

“CIEGOS” puede leerse como una historia vincular: un padre ciego y su hijo (Marco y Juan), tienen que volver a la casa familiar tras la muerte de la madre de Marco, la abuela de Juan.

La manera en que estas dos almas se relacionan es claramente particular: si bien todos en algún momento comenzamos a ser padres de nuestros propios padres, Juan asume ese rol muy precozmente y con sus trece años debe intentar vivir su propia libertad, pero está siempre presente el peso y la atadura de tener que ser el lazarillo de su propio padre, de sostener esa fuerte necesidad de contar con él en forma permanente.

Aun con una figura paterna fuerte y presente, Marco presenta una evidente vulnerabilidad que lo debilita frente a su hijo y lo hace depender de él completamente –al menos durante esta estadía en la casa familiar- , tentándose por controlar permanentemente cada acto, en una actitud lindante con lo castrador. Juan, precisamente, está iniciando además una etapa de auto descubrimiento, no sólo en su despertar sexual sino en el tema de poder desplegar sus propias alas, de sostener a su padre pero también abrirse su propio camino.

En el mundo de oscuridad e incertidumbre en donde Marco debe moverse, aparecerán como otras de las capas del relato, ciertos problemas que se presentan respecto de temas relativos a la herencia: unos papeles que quedan en manos de su hermano (una breve pero acertada aparición de Luis Ziembrowski) y que, a simple vista, parecen claramente destinados a desaparecer. La ceguera agiganta esa fragilidad que presenta Marco para lidiar con este tema y aumenta la figura aparentemente abusiva de su hermano que no es claro frente a esta situación en el manejo de la documentación.

Para completar el rompecabezas, algo del pasado emergerá, ineludiblemente, en la figura de un vecino. De este modo, Juan descubrirá un secreto que desconocía y las piezas, entonces, se irán reacomodando de otra manera, dando otro nuevo sentido al encuentro dentro de esa casa familiar.

Uno de los mayores méritos de “CIEGOS” es que todos estos temas, el guion los trabaja sin ningún tipo de subrayados ni diálogos que expliquen ninguno de los acontecimientos. Zuber apuesta a una cámara que esté pendiente de los detales, de los gestos de sus protagonistas y del silencio compartido, contando con dos excepcionales trabajos a cargo de Marcelo Subiotto y Benicio Mutti Spinetta.

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